Entendemos la educación emocional como un proceso educativo que pretende conocer y desarrollar las competencias emocionales, sean propias o de otras personas, para entender aquello que pensamos y hacemos. En otras palabras, la educación emocional pretende saber reconocer las emociones para saber cómo actuar en relación con otras personas, con ellas mismas y también resolver conflictos, logrando un bienestar social y personal.
La educación emocional se inicia desde que somos muy pequeños y no solo se aprende en la escuela, sino que también se aprende en entornos familiares, en los medios de comunicación, en la sociedad en general, etc.
¿Por qué es importante tratar la educación emocional entre los más pequeños?
En primer lugar, hay que mencionar que durante la infancia los niños y niñas despliegan las bases de aprendizaje y crecimiento, por lo que, es un momento fundamental para aprender a diferenciar como te sientes y poder de este modo identificar las emociones que tienes. Es decir, es clave que los niños y niñas entiendan las emociones desde bien temprano porque favorece al mismo conocimiento. Si desde muy pequeños entendemos nuestras emociones (comprender como nos sentimos en cualquier momento), es más fácil entendernos y estaremos preparados para afrontar los retos que se presentarán a lo largo de la vida.
Conocer las emociones ayuda a mejorar la empatía y las habilidades sociales, saber ponerse en el lugar del otro permite comprender las emociones de las otras personas sin juzgarlas. Controlando las emociones, los niños se adaptarán a la sociedad y a las relaciones con diferentes personas.
Es importante saber que, aprender de las emociones aporta una mejora de la autoestima y de la visión que cada persona tiene de una misma. Si desde muy pequeños, nos mostramos seguros y confidentes con nosotros mismos, creeremos en nuestros proyectos y seremos capaces de afrontar los retos que nos imponemos. Será más fácil controlar la frustración y el estrés durante la resolución de los diferentes retos si creemos en nosotros y en lo que hacemos.
Un buen ejemplo para entender cómo se puede tratar la educación emocional con los niños en la escuela es cuando los niños y niñas lloran porque echan de menos a sus padres o porque tienen alguna preocupación. Los profesores, en vez de impedir o prohibir que lloren, pueden explicar que está bien llorar, que si se sienten tristes lo pueden hacer por qué es comprensible, en este caso, que añoren a los padres.
Otro ejemplo y este podría estar más enfocado en el ámbito familiar seria que cuando hay situaciones que no son cotidianas en el día a día del niño, el adulto preguntara cómo se siente este, por ejemplo, si ha recibido un regalo y está contento, o se ha portado mal y lo han reñido y, por lo tanto, está rabioso o triste.
Por todos estos motivos, desde la Fundación Concepció Juvanteny trabajamos la educación emocional para que permita desarrollar la persona que serán y para ello, es necesario entender las emociones.
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