El abuso sexual infantil es un tema tabú en la sociedad que afecta muchos más niños de los que podríamos llegar a pensar. Consiste en la obligación e imposición de llevar a cabo una actividad sexual por parte de un adulto a un menor aprovechando la desigualdad de poder implícita.
La Fundación Concepció Juvanteny creó de manera pionera el proyecto AIDA, modelo de intervención basado en la reparación de víctimas infantiles que han sufrido abusos sexuales. El proyecto ayuda a las víctimas a encontrar un equilibrio funcional y emocional del sistema después de haber pasado por una situación tan desfavorecida.
Es muy difícil proporcionar ayuda si no eres conocedor de los abusos que sufre o ha sufrido una víctima, por lo tanto, como podemos hacer para estar atentos y detectar abusos en los niños?
Hay que saber que hay diferentes aspectos (a tener en cuenta) en la hora de identificar abusos sexuales, como por ejemplo manifestaciones conductuales, físicas y emocionales.
Aspectos conductuales: Algunas de las conductas que podrían manifestar un abuso sexual son las dificultades para relacionarse, actitud sexualitzada o alteraciones a la alimentación o higiene.
Aspectos físicos: Hay que estar a la vigía si el menor presenta dolores o hematomas que no habían existido antes del abuso, es posible que también presente mordiscos, chupetes y marcas en el cuello o zonas eróticas.
Aspectos emocionales: En el caso de menores que tengan un cambio de personalidad donde se aíslan o rechazan que alguien los toque o si manifiestan ataques de pánico, depresión, ansiedad .. Por otro lado, si existen muchos cambios de actitud y humor, o creen que son causantes y culpables de todas las acciones que realizan.
Los aspectos mencionados son posibles manifestaciones que exponen los niños cuando sufren abusos sexuales que pueden servir a su entorno para estar en la vigía y sospechar al ver estas señales que pueda ser cualquier problema de este rescoldo. Es muy importante detectar cualquier indicio de abuso, para que servicios como AIDA ayuden a superar y encarar el futuro que tienen delante los niños que han sufrido agresiones y sus familias.