Mañana, día 30 de enero, se celebra el Día Escolar de la No-Violencia y la Paz (DENIP) en todo el mundo. Es una fecha de gran importancia desde 1964, año en que murió Mahatma Gandhi. El objetivo de este día es promover la cultura de la paz, la no violencia y la resolución pacífica de conflictos entre los más pequeños y jóvenes.

Mahatma Gandhi es una figura reconocidas a nivel mundial por su lucha constante y su perseverancia en conseguir la paz mediante un movimiento no violento basado en las convicciones del ser humano. No obstante, fue él quién se convirtió en el promotor de la India independiente, a Gandhi no solo se le recuerda por este hecho, sino espacialmente por su defensa de la justicia social y el cambio de las esferas económicas, con una mirada enfocada en la transformación ética y espiritual de las personas. El líder pacifista, finalmente, fue asesinado por proclamar estos ideales y promover los derechos humanos.

La finalidad que persigue este día es la educación respecto de la tolerancia, la solidaridad y el respeto. Las escuelas y centros se convierten en un instrumento de paz y empatía entre personas con distinta formación, etnia, cultura y religión.

La importancia de este día se debe a que pretende potenciar una educación inspirada en una cultura de no violencia dirigida al alumnado para que adquieran conocimientos, actitudes y comportamientos que refuercen su desarrollo como ciudadanos globales, críticos y comprometidos con los derechos humanos. Es por este motivo que, en el ámbito de la educación, tanto infantil como primaria y secundaria, se implementan dinámicas y actividades para motivar el interés en contribuir en un mundo empático, facilitar la resolución de conflictos y fomentar la empatía y la visión crítica.

La célebre frase de Gandhi “No hay un camino para la Paz, la Paz es el camino”, confirma que la paz no es un destino, sino un valor que se debe aplicar día a día para conseguir las metas que nos propongamos como individuos. Desde la Fundació Concepció Juvanteny apoyamos actuar siempre desde esta perspectiva para vivir, en consecuencia, en una sociedad mejor que se guie por el amor y la solidaridad.

El año que acabamos de despedir ha dejado ha millones de niños y niñas sin poder asistir a las aulas escolares por culpa de las restricciones que ha impuesto la Covid-19. No solo han sufrido tres meses de confinamiento domiciliario, sino que el curso se ha vista perjudicado en diferentes ocasiones por el aumento de contagios.

Esta nueva realidad ha acelerado la digitalización y, gracias a las herramientas tecnológicas, la formación a través de la pantalla ha sido posible. No obstante, este hecho también ha supuesto que muchos infantes y jóvenes no tengan acceso a la educación online, con lo que la brecha digital y las desigualdades sociales han sido más evidentes que nunca.

Además, ha quedado demostrado que la presencialidad escolar es mucho más que el aprendizaje académico, ya que la socialización es esencial para el crecimiento de los más pequeños y el juego tiene innombrables beneficios para su salud y bienestar.

Otra desventaja de este formato educativo es el aumento del uso de las pantallas, suponiendo esto un claro incremento del tiempo dedicado a los aparatos electrónicos en sustitución de la actividad física y las horas de sueño. El exceso de exposición se asocia a un peor desarrollo cognitivo y socioemocional, y puede generar consecuencias negativas en las habilidades motoras, también en la salud ocular, y, a su vez, fomenta el senderismo. De hecho, es pertinente destacar que, a nivel nacional, previamente a la cuarentena, solo un 15% de los infantes utilizaba dispositivos como los ordenadores durante más de 90 minutos diarios; mientras que durante la cuarentena la cifra aumentó a un 73%.

Esta nueva realidad también ha supuesto algunos aspectos positivos a destacar, como la liberación que ha representado el hecho de no asistir a la escuela para aquellos menores que sufrían de abusos y exclusión.

Lo que realmente importa es apreciar la parte positiva y el aprendizaje que se extrae de estos hechos vividos, ya que con esta nueva modalidad online se ha aprendido a mejorar la capacidad de adaptación, la empatía, la resiliencia, a pasar más tiempo con la familia, a realizar tareas domésticas o a super el aburrimiento.